Antonio Rodiles: “Nuestra principal fuerza es la verdad” (II)

Antonio Rodiles y Camila Acosta (toma de pantalla)

LA HABANA, Cuba. – Antonio Rodiles proviene de una familia que luchó contra la dictadura de Fulgencio Batista y tiene un tío que actualmente pertenece a la cúpula militar del régimen. No obstante, por la parte materna, sufrieron también el despojo de sus propiedades y un primo de su madre fue fusilado. Su padre pronto se daría cuenta del fiasco que representaba el sistema impuesto en 1959 y pasaría a la vida civil.

Para Rodiles esos factores fueron determinantes en la visión que tuviera desde niño sobre la realidad cubana. “Yo jamás pensé que este proceso que llaman “Revolución” era un proceso justo, ni nada por el estilo ‒declaró‒. Siempre lo vi con el prisma de todas las violaciones y los abusos que habían ocurrido. Y después, como activista, te diré que las experiencias han sido varias: golpizas severas, muchísimos encarcelamientos temporales, arrestos bastante violentos, hostigamiento, vigilancia”.

Respecto a la oposición interna, ¿cuál usted cree que sean los desafíos que todavía tiene?

El principal desafío es poder llegar a la gente, interactuar. El poder interactuar con el pueblo cubano, poder llevarles nuestro mensaje, cuál es nuestra visión para un proceso de transición, de reconstrucción, qué puede esperar el cubano si se realiza un proceso que encamine a Cuba a recuperar las libertades y derechos fundamentales.

El régimen sabe que no puede ocultar más a la oposición. Es imposible y ha optado por las mismas estrategias que se usan en Venezuela: trabajan en desacreditarnos, en mostrarnos como una oposición incapaz, marginal, en algunos casos con carácter delictivo…, están enfocados en eso. El reto de nosotros es llegarle a la gente, movilizar a la gente y articularnos mucho más, incluso hasta en el tema profesional; o sea, poder dar un discurso más elaborado, más concreto en nuestra visión política, económica y social de Cuba.

Y, por otra parte, también hacerle entender a quienes están fuera de la Isla que el campo de batalla es aquí dentro; si bien todo el panorama exterior, el trabajo diplomático, de buscar apoyos, es fundamental, el campo de batalla está hoy aquí, al interior de la Isla.

Usted ha declarado también que la verdad es un factor clave en la batalla contra el castrismo y en los debates políticos. Su sinceridad a toda costa le ha valido muchos detractores, algunos de los cuales fueron en algún momento sus aliados. ¿Por qué cree que sea tan importante la verdad? ¿No cree que en ocasiones la verdad sea contraproducente?

Si hay muchos detractores pues también te puedo decir que hay muchos amigos. Si uno quiere hacer política con seriedad y profesionalismo, tiene que incursionar con sinceridad y con su verdad, o sea, con su visión y mostrarla. Eso siempre te va a buscar seguidores ‒o amigos‒ o detractores ‒o enemigos‒; es parte de este mundo. Quien tenga una visión democrática tiene que aceptar que eso va a ocurrir. Por lo tanto, a mí no me preocupa que existan personas que se lancen al ataque, que lamentablemente, lejos de entrar en la discusión o en el debate en el plano político, vengan a atacar en el plano personal. Lo veo lamentable pero no va a detenerme; uno tiene que estar claro en quién es el enemigo: un sistema que es una mole aplastando al ciudadano. No es una confrontación entre dos Estados, entre dos poderes que están en igualdad de condiciones, sino una confrontación entre un poder inmenso contra el individuo. Y de lo que uno dispone para enfrentarse, los elementos que te dan fuerza son: tu verdad, tu transparencia, tu honestidad.

A lo largo de la historia, quienes se han enfrentado a poderes mucho mayores han tenido que asumir ese posicionamiento ético para poder confrontarlo, para no tenerle miedo y para poder llegar hasta las últimas consecuencias. Si yo voy a una cárcel, si yo voy a una situación de confrontación con el régimen y sé que no estoy siendo del todo transparente, que en parte he mentido, no voy a tener la misma fuerza que si yo sé que estoy parado en la verdad, en el sufrimiento del pueblo, en todos los abusos que ellos han cometido.

Entonces, en ese sentido, si bien uno tiene que apelar a la ayuda internacional, al apoyo, sabe que la principal fuerza que nosotros tenemos para resistir es nuestra verdad. Esa arma es extremadamente difícil de manejar para el régimen. Si nosotros en algún momento no nos apegamos completamente a la verdad, si creamos falsas expectativas, si lanzamos mensajes que no están completamente claros, que no son coherentes, estaremos abriendo un boquete inmenso para que el régimen se monte en esos elementos, los amplifique a su máximo nivel y los muestre con todo su aparato de propaganda, que implica la televisión ‒todos los canales‒, la prensa ‒todos los canales‒, los espacios públicos, vallas…

La única forma de enfrentarnos a un enemigo que tiene tanto poder, en relación a nosotros, es venir con esa transparencia. Esa es mi fórmula.

Hablando de sus detractores, muchos dicen que, por sus críticas, Antonio Rodiles se ha quedado solo en su lucha contra el castrismo. Otros, que, en lugar de criticar a los diferentes grupos opositores, debería enfocar sus esfuerzos contra la dictadura, pues nadie le ha otorgado el papel de fiscalizador de la oposición. Son algunos de los comentarios que he podido ver en redes sociales, por ejemplo. Y hay quien ha asegurado incluso que Ud. solo intenta eliminar a posibles competidores políticos. ¿Qué tiene que decir al respecto?

Primero, no sé quiénes son muchos porque las redes sociales aguantan cualquier individuo, troles, falsas identidades… Entonces, cuando me dices que muchos, no me queda muy claro quiénes son esos muchos.

Hemos invitado, reiteradamente, a otros actores dentro y fuera de la Isla a debates, a discutir abiertamente, así como estamos tú y yo ahora, a confrontar las distintas posiciones y, lamentablemente, no hemos tenido una respuesta positiva. Incluso le he preguntado a varios periodistas, al exterior de la Isla, sobre por qué no están ocurriendo esos debates al interior de la oposición cubana, tanto los que están fuera como los que estamos dentro; y algunos me han contestado que no se quiere debatir.

He hecho mis críticas al periodismo, y he hablado de la necesidad de ese debate, de esa confrontación, de un debate serio, político. Me agrada que me hagas esta entrevista y este tipo de preguntas y espero que esto rompa la inercia de caer en descalificaciones infantiles para no tener que afrontar un debate responsable.

He hablado de varios proyectos que me parecen que no tienen el anclaje, el peso en el escenario político que estamos viviendo. Lo he dicho absolutamente sin ninguna pena, no lo he deslizado por atrás sino a rostro descubierto y he dado mis argumentos. Cuando se habló, por ejemplo, de participar en el fraude que inventan acá como elecciones dije que, en mi opinión, no tenía sentido. Cuando se habló del tema ‒y se sigue hablando todavía‒ de un plebiscito, dije que eso a mí me parecía una idea descabellada, que no iba a ocurrir.

Quisiera que, cuando se den estos criterios, de esta forma, se pueda incentivar el debate y se haga de forma seria. Que ustedes los periodistas también cuestionen cuando se lancen iniciativas desde la oposición. He visto, en contraposición que, por ejemplo, en el caso venezolano hay programas de debate intensos, hay cuestionamientos intensos; ahora mismo a Guaidó, cuando estuvo en Miami, un amigo periodista, Alejandro Marcano, lo interpeló en forma directa. Esta dinámica me parece obligatoria para poder confrontar a un régimen de esta naturaleza. Eso para nada implica que se debilita la oposición, todo lo contrario. Creo que esta “rendición de cuentas”, es fundamental para que, tanto los proyectos políticos como los de la sociedad civil o como los del propio periodismo, puedan crecer y rendir frutos. Sin embargo, los ataques personales sí muestran una falta de madurez política y una incapacidad de debate.

Te hablo con franqueza, a mí esos ataques no me hacen mella y creo que parte de la labor que tiene Estado de Sats es precisamente esa idea original de llevar al debate, de promoverlo, y la seguimos manteniendo, me parece que hoy en día hace incluso más falta que en aquel momento inicial.

Mostrar toda la crudeza con la que se está manifestando el régimen y la indefensión en que estamos viviendo, no decir que tenemos un proyecto con una magnitud que realmente no tenemos, es básico. Es importante contextualizar exactamente la realidad al interior de la Isla, ponerlo crudo, para que después no haya acusaciones de que no hemos hecho lo que debíamos.

Creo que hace falta sincerar muchísimo el escenario político y que eso nos permita entonces crecer. De lo contrario, vamos a dar vueltas en círculos, mostrando una imagen que no es la que tenemos; y entonces después teniendo que hacer silencio cuando el régimen va sobre nosotros y nos aplasta.

Usted mencionaba anteriormente que es optimista respecto al futuro de Cuba. ¿Cómo ve el presente y el futuro ‒digamos a corto plazo‒ de Cuba?

El presente lo veo muy incierto y eso es lo que me da optimismo, porque creo que el bien siempre triunfa, y que la libertad termina llegando. Entonces, cuando el mal, este poder totalitario, no tiene bien planeado su futuro, pues esa incertidumbre me dice que podemos triunfar.

El régimen ha venido con todo para aplastar a la oposición, para aplastar a la sociedad civil, cualquier iniciativa de cualquier tipo, y ustedes lo han visto en el tema del Club de Escritores y Artistas de Cuba; o sea, no permiten ni siquiera lo más mínimo.

Pero si bien ellos están actuando con esa ferocidad, por otra parte, la sociedad se les está desencuadrando cada vez más; la gente está mostrando en los videos de Facebook, en YouTube, el desastre que se vive. La muerte tremendamente brutal de tres niñas aplastadas por un balcón, que muy lamentablemente escenifica el estado del país, desató una gran cantidad de críticas, de manifestaciones. Todo esto muestra que el cubano va levantando su voz, va mirando con más claridad su realidad.

El trabajo de los opositores, sociedad civil, periodismo, actores, el cubano común, tiene que ir enfocándose en un cambio radical del sistema. Una cohabitación con un régimen como este, o que ellos permitan ciertas reformas, no nos va a llevar a que Cuba renazca. Ojalá logremos que pronto Cuba sea el país al que todos quieren venir y que el cubano se sienta orgulloso de su tierra.

Lograrlo pasará por romper con la mentira, con la manipulación, con las falsas expectativas; que, desde mi visión, son herencias que el castrismo ha impregnado en este país y que tenemos que desterrar. Para mí el castrismo no es solamente la figura de Fidel Castro, Raúl Castro, la familia Castro y todos estos satélites que ellos tienen alrededor; para mí el castrismo es una forma de ver la vida, de concebir la dinámica social, de concebir al individuo. Dentro de esa concepción, la mentira es parte vital, el cinismo, la impunidad. Para romper con el castrismo tenemos que venir con lo contrario, que es hablar con claridad, sincerarnos, debatir; y sobre todo mostrar optimismo porque el pesimismo es parte del castrismo, es la visión de que “no, nada va a cambiar”.

El optimismo es parte del antídoto ante el castrismo. Si un boxeador se sube en el ring tiene que pensar que va a ganar. Nosotros tenemos que sentir que vamos a lograr la libertad de Cuba. Yo la veo, y por esto estoy optimista.

(Segunda parte de entrevista con Camila Acosta, puede leer la primera aquí)

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