La nueva política económica y social propuesta por el Estado cubano muestra sin dudas varios puntos inconsistentes. Uno de los que más llama la atención es el relacionado a la visión de desarrollo que aparece reflejada en los documentos bases.El mundo contemporáneo está marcado por un exponencial incremento del flujo de información y conocimiento, así como un ritmo acelerado en el desarrollo y uso de nuevas tecnologías. El precio de la información ha colapsado y el uso de internet ya es un elemento de la vida cotidiana. No es posible concebir que un país marche a la altura de los nuevos tiempos, si no puede garantizar a la mayoría de sus ciudadanos un intercambio intenso con el mundo exterior.Dentro de esta nueva dinámica se ha potenciado, como nunca antes, el papel de los profesionales en la economía global. Es por eso que resulta incomprensible la ausencia de estos servicios en el listado de empleos autorizados para crear las nuevas microempresas.Paralelamente, en su política educativa, el Estado cubano ha planteado la reciente necesidad de formar menos profesionales y más obreros, técnicos medios y trabajadores agrícolas. Todo esto en un momento, donde es alarmante el número de profesionales que han abandonado nuestro país debido a la faltas de oportunidades y perspectivas. Este desangre ha golpeado muy duramente a la sociedad cubana en todos los ámbitos.
Es muy importante que estudiemos las experiencias de otras naciones, que han logrado un magnífico resultado en la formación e integración de profesionales y de mano de obra calificada, como ejes centrales de sus proyectos de desarrollo socioeconómico. El caso de Taiwán es uno de ellos, por lo que expondré algunas de las políticas económicas que les permitió, apoyándose en el capital humano y la liberación económica, pasar de ser un país agrícola subdesarrollado, a uno desarrollado productor de altas tecnologías.
En 1952 la agricultura representaba el 32.2% del PIB del país asiático mientras el sector industrial sólo representaba el 16.7%. En el año 1957 la venta de caña de azúcar alcanzó el 62.37% del total de las exportaciones [1], un dato muy significativo para nuestro caso.
En el año 1959 se establece un programa de diecinueve puntos para promover cambios económicos y financieros donde resaltan la liberalización del mercado, los estímulos a las exportaciones y a la inversión extranjera. Durante el periodo de 1952 a 1961 la economía creció un promedio de 9.21% cada año [1].
Al inicio de los años sesentas con la ayuda de los chinos de la diáspora se introducen técnicas de producción intensiva en el área tecnológica. Ya en 1962 el valor de la producción industrial pasa a un primer sitio y el gobierno crea zonas económicas industriales, donde compañías privadas absorben la mano de obra excedente en la agricultura.
La primera de estas zonas fue creada en 1964 en Kaohsiung. Si bien hubo un aumento sustancial de la inversión extranjera, fue notoria la aparición de pequeñas y medianas empresas creadas por familias que comenzaron a participar activamente en el nuevo entorno económico, junto a empresas de tipo cooperativas. Estas iniciativas vieron un gran apoyo en el otorgamiento de créditos del gobierno.
Como dato curioso tenemos que en 1989, en Changhua, la red de pequeñas empresas generaba el 50% de todas las sombrillas producidas en el planeta. Otro elemento a señalar es que a diferencia de otros países como Singapur, en Taiwán no fueron creadas grandes corporaciones multinacionales.
En todo este proceso el Estado jugó un papel fundamental creando la infraestructura necesaria y como facilitador del crecimiento de este conglomerado de pequeñas y medianas empresas. El país pasó de la producción de productos ligeros al desarrollo de la industria pesada. De 1973 a 1982 el promedio de crecimiento del PIB fue 9.5% [2]. Ya en este momento el país contaba con un sistema universal de educación que garantizaba educación a todos sus ciudadanos.
En 1980 Taiwán sufrió drásticos cambios económicos, sociales y políticos. La economía rápidamente pasó a ser una economía abierta y de libre mercado, así como también comenzó un proceso de privatización de las empresas manejadas por el Estado, que se unían a las compañías privadas ya existentes.
En 1981 se creó el primer parque para el desarrollo industrial y científico. Estos parques tenían como objetivo principal potenciar el desarrollo científico y tecnológico mediante incentivos fiscales y el libre uso de utilidades. Este inicial se enfocaba al sector de la información y la biotecnología, en la actualidad cuenta con alrededor de 430 compañías, que emplean a 130,000 trabajadores y les pagaban un total de 36.1 billones de dólares americanos [3].
Debido al éxito del primer parque en 1996 se abre el segundo. En este caso existen además de compañías varios centros de investigación y sucursales de universidades, las cuales se enfocan hacia el ramo de los circuitos integrados y la biotecnología. En 2003 se abre otro parque más, que incluso aún cuando estaba en proceso de construcción, ya constaba con empresas manufactureras.
Ya en el año 1987 el gobierno taiwanés había dado un paso importante al autorizar el contacto entre sus ciudadanos y los residentes de la China continental, en 1996 el sector de negocios había invertido 6 mil millones [1].
El comercio exterior ha pasado por un proceso de diversificación: mientras que en 1984 el 49% del intercambio comercial era con los Estados Unidos, ya en 2002 era solo del 20%. Así, Hong Kong y China continental han pasado a ser de los principales socios de Taiwán. Resulta interesante destacar que el sector industrial se estructura mediante un grupo de compañías que se articulan con pequeñas y medianas empresas, las cuales cuentan con 85% de la producción.
En enero del año 2002 Taiwán entra a la Organización Mundial del Comercio (OMC), acentuando aún más las políticas de libre mercado y de integración al proceso de globalización. En esta misma fecha se produce también la entrada de China a la OMC, lo cual estimula un mayor intercambio entre ambas naciones. Solo en ese mismo año las exportaciones a China crecieron en un 35.4% [4].
Me gustaría terminar con una estadística que ilustra como a través del uso de la tecnología y el conocimiento, unido a políticas que incentivaron a las empresas privadas, este país ha logrado uno de los crecimientos más espectaculares de las últimas décadas: en 1962 Taiwán tenía un producto nacional bruto (PNB) percápita de 170 dólares al año, una cifra comparable entonces con las de con Zaire y el Congo. En 2005 el PNB per cápita era de 27600 dólares al año, es decir se incrementó en más de 160 veces [5].
Tomando en consideración toda la información que nos aportar el ejemplo de Taiwán, resulta realmente inexplicable desechar nuestro capital humano, el que constituye sin dudas uno de nuestros mayores potenciales. Negar la posibilidad de un desarrollo pleno, incluido el aspecto económico, a intelectuales, profesionales y artistas, es una de las contradicciones más profundas de las políticas diseñadas. Esta limitación muestra cuando menos, un gran nivel de desinformación de las dinámicas socioeconómicas que rigen el mundo contemporáneo.
Si la fuga de capital humano no se detiene, el daño social puede resultar irreparable. ¿Cuántos estudiantes de las escuelas vocacionales de ciencias exactas han terminado fuera del país? ¿Cuántos graduados universitarios han terminado usando sus conocimientos y talentos en otras tierras? Es suficiente visitar en internet los sitios web de ex alumnos de estas escuelas, para percatarnos de la gravedad del fenómeno.
Es urgente valorar en su justa medida el daño que estamos sufriendo como nación y debatir de forma clara y franca, que rumbo deseamos para nuestro país en los próximos veinte o treinta años.
Bibliografía:
1) The Story of Taiwan. Taiwan.com.au.
2) Economic development. Todaro, Michael; Smith, Stephen.
3) Taiwam.gov.tw.
4) Taiwan’s Accession to the WTO and its Economic Relations with the United States and China. Morrison, Wayne.
5) Taiwan miracle. Wikipedia.