Por Ailer González
Fotos: Luis Eligio Pérez
8 Octubre 2011
Juan Carlos Flores es un Poeta.
El sábado arribamos a un “territorio fértil y húmedo” guiados por su
voz. La tarde se abrió llenándose con cada poema de sonidos de agua,
de olor a madera. Aparecían y se desdibujan una y otra vez, los
vericuetos y seres de Vegas, uno de los tantos pueblos amarillentos y
olvidados de Cuba.
Miro a mi alrededor, ni señales de impaciencia ni bostezos. Rostros
que observan fijamente, con curiosa simpatía y profunda atención al
que lee. Escudriñan su presencia alucinada, el gesto nervioso, la
palabra martillante que lanza claridades.
La Poesía de Juan Carlos Flores.
Escucharla es como jugar a los escondidos. No quieres ver, cierras
los ojos y por más que te ocultas, ella siempre te señala. Es lo que
es, dice y extiende un mapa de contrahechos y fisuras que deja fuera
toda posible conjetura. De pronto, simplemente, comprendes.
Juan Carlos Flores es un Poeta. También, un exquisito conversador. A
las preguntas de los presentes sobre el tiempo enlentecido, el sopor,
la decadencia y la desmemoria en que vivimos, respondió hilvanando y
destejiendo sus certezas. Párabola, lucidez. Sensación de estar frente
a un oráculo enigmático y azaroso.
Más tarde, a mi lado, alguien susurró, no sé que me gustó más, si sus
poemas o las cosas que dijo.
Es noche ya. Salimos de Vegas Town y de Juan Carlos Flores como de un embrujo.
Aún estamos bajo sus efectos… en mi mente, una imagen fija…voy
cruzando puentes…