Claudio Fuentes: “No quiero ser opositor ni un día más”

Claudio Fuentes (Foto: María Matienzo)

LA HABANA, Cuba.- Según Claudio Fuentes, fotógrafo y activista por los derechos humanos, le han empezado a hacer como diez entrevistas y no han publicado ninguna. Quizás tenga que ver con esa manía que tiene de estar siempre detrás de la cámara, apuntando con el lente a Damas de Blanco, a otros activistas y hasta a sus mismos amigos.

“Es la simple atracción por la fotografía y nada más”, se justifica. “Siempre he tenido una especie de liderazgo en la sombra con gente que me interesa trabajar, donde sé que mis criterios se oyen, pero no tengo la imperiosa necesidad de estar tomando decisiones”, y pone el ejemplo de su trabajo con Estado de Sats junto a Antonio Rodiles y Ailer Mena.

“Siempre digo que el que más sabe de algo es el que debe tener la última palabra”, estos son sus argumentos. “Si estuviera en un grupo que tiene que ver con Biología, que fue lo que estudié, o con arte, quizás tuviera una voz de primerísima fila. Pero aquí he llegado de último y siempre estoy aprendiendo de derechos civiles y políticos”.

Sin embargo, no siempre asume el papel de alumno. “Es lo que haga falta”, dice, “en el video de la farsa electoral en Cuba Ailer hizo una prueba, yo hice otra prueba, y Antonio dijo: ‘no, hombre, no, está bien así’. Si funciona me eligen si no estoy detrás de las cámaras”.

La combinación de la fotografía con el activismo político vino en el 2008, cuando intentaron meter preso a Gorky Águila, director de Porno para Ricardo.

“De pronto y sin pensarlo dos veces estaba en un activismo por su causa. Fue como una furia que no me importó nada. Todo ese tiempo había estado en contra del sistema pero sin haberme expresado”, recuerda el fotógrafo. “Dejé a un lado mis tendencias artísticas individuales y aporté todo lo que tenía como herramienta a disposición de la causa por la democracia en Cuba”.

Confiesa que está “loco porque el comunismo en Cuba acabe porque no quiero ser opositor ni un día más. Este campo a mí me llena de orgullo”, y se refiere al tiempo que ha trabajado con la oposición y a la posición privilegiada que tiene en la historia de Cuba contemporánea que le permite “tener un panorama de lo que ha sucedido en la oposición desde hace unos años para acá, o de saber quién es quién, quiénes de verdad están en esta lucha con auténticos objetivos democráticos y quienes no tanto”.

“Pero quiero hacer cine”, añade.

Su posición política muestra a un Claudio Fuentes antes de 2008, fotógrafo diestro que salta a la imagen en movimiento o al video de forma autodidacta o en cursos en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños; con eso viene el segundo Claudio, punk y contestatario, que aún no se desprende la imagen fija, pero que comienza a radicalizarse hacia el movimiento de los Derechos Cívicos y Políticos y hacia una imagen documental minimalista, fondo negro y entrevista, sin apenas valores artísticos tradicionales, apoyados solo en el foco y la denuncia.

Como fotógrafo y activista, cree que su proceso ha sido orgánico. “En todos los círculos en los que he estado he pertenecido a los señalados como los más radicales. Veo el radicalismo como algo necesario. Soy cada vez más radical porque en este totalitarismo no hay chance por el camino de lo cívico y no entro en ningún cuestionamiento moral, la Declaración Universal está ahí y todo Occidente la reconoce”.

Habla también de la imagen como pasión. “A mí la imagen me impacta. Toda la poética que hay detrás, incluso de la más churrosa, la más mediocre, siempre estoy leyendo cosas ahí. Pero si intento ahora ser un artista exitoso con mi obra, tendré que dejar de lado lo otro”, y enumera lo que abandonaría y que le cuesta más que “la sensación de que su obra aún espera”.

“Dejaría a mucha gente desprotegida, mucha información que no les llega, o los documentales que nosotros hacemos y que contribuyen a la formación cívica de la gente o a informar al exilio y a otros fuera de Cuba de por dónde va esto, y estas son tus prioridades ahora”.

Aunque no cree que esta sea su obra, habla poco del documental de Olac Garmendia donde fue el director de fotografía y uno de los tres guionistas, o de la experiencia compartida en el documental Gusano, donde trabajó de fotógrafo y de editor. En este último, “las discusiones fueron exquisitas, rudas, fuertes, y yo tomé decisiones importantes para armar ese muñeco pero con todo esto lo que he aprendido es a trabajar en equipo y no ser el artista encerrado en su torre de marfil ni el pavorreal que son muchos, con los que tengo profundas diferencias aunque son amigos míos, que no incluyen ningún trabajo desde su arte para mejorar la situación de Cuba ni tienen un trabajo de activismo aparte”.

Gorki Águila (i) junto a Claudio Fuentes (Foto: María Matienzo)

Posee un listado de cosas que podrían hacer otros sin “quemarse” ni “meterse en candela”, porque no quiere que nadie le diga, cuando se “caiga el castrismo”, “yo no hice nada, pero tú tampoco me dijiste qué hacer”.

En la lista está desde recargarles las Tarjetas Propias a los presos políticos para que puedan llamar, reunir literatura universal para distribuirla a los mismos presos, hasta decir en el CDR: “Yo no participo de eso”, más “cosas que tienen que ver con la bondad, con la generosidad”, porque como le dijo a un amigo que no se “mete en política ni jugando”: “Mira, compadre, la vida nos regaló un dictador que es tremendo hijoeputa pa’ que hiciéramos cosas contra eso; nos regalaron la falta de libertad para que la conquistáramos y es muy sencillo, uno mismo se pone el apellido”.

Analiza un fenómeno del que los artistas no escapan: “Lo que sucede es que la mayoría aquí está alienada. No participas porque la calle no es tuya, no se tienen propiedades ni negocios y la gente tiene una convulsiva tendencia a la queja, y yo estoy de quejas hasta la coronilla. Son gente a la que el castrismo les ganó hace mucho”.

Como artista que se ha dedicado a darle rostro a la política, describe cómo será una Cuba sin Castros.

“El cambio me lo imagino muy parecido a lo que ha ocurrido en países de Europa del Este, que primero hay un vuelco tan grande que millones de personas van a tener que ser alfabetizadas”, sueña Claudio. “Tiene que haber una revolución de aprendizaje, además de 18 meses de transición donde aparecerán nuevos actores políticos, gente inteligente que se ha preparado en la sombra por el miedo a la represión, que competirá con otros que han logrado su legitimidad en la oposición”. Suma a su listado de candidatos al exilio político: “Por suerte tenemos a 90 millas un exilio que demostró no solo su capacidad económica sino su capacidad política. Tenemos a Marco Rubio, a Carlos (Díaz) Rosillo, a Carlos Trujillo, a los dos Díaz-Balart, a Carlos Curbelo, a Ted Cruz”.

Su esperanza incluye que, junto a los cambios, “haya medidas de protección para todos los que intenten competir con eso nuevo que viene, porque nadie tiene la culpa de que estemos desbancados. Y la realidad es que aquí estamos en la cuneta todos”.

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